Una relación de pareja es algo que se puede replantear o en último caso incluso terminar se acuerda por ambas partes. Pero cuando hablamos del nexo entre padres e hijos, las cosas son muy diferentes. Es obvio que no siempre tenemos la suerte de ser descendientes o progenitores de personas con signos compatibles al nuestro y esto nos lleva a tener que trabajar en nuestros sentimientos y nuestra forma de ser, para intentar que la relación funcione de manera definitiva.
Esto sucede mucho y es una de las principales razones del porque hay relaciones materno filiales que son tan difíciles de llevar a buen puerto, sobre todo si no se pone todo lo que se puede dar, para que funcionen. La incompatibilidad de caracteres y perspectivas puede complicar las cosas, porque una cosa es tener problemas y otra, ser diametralmente opuestos. Este es el caso de los padres de Escorpio que tienen hijos del signo de Acuario. El entendimiento que hay entre el escorpión y los acuáticos es bajo porque su naturaleza los distancia. Pero veamos a fondo que ocurre en esta familia en donde el Aire y el Agua deben convivir.
Formas de ser opuestas
Sí te percatas de las cualidades propias de estos dos signos podrás ver con facilidad el porqué de su incompatibilidad. El padre o la madre de Escorpio es una persona que necesita encontrar afinidad emocional con sus seres queridos. Para ellos, el sentimiento es el motor que impulsa cada acción y es lo que determina su forma de proyectarse hacia afuera. En contraste, Acuario es una de las personalidades más racionales, lógicas y frías de todo el horóscopo. No se trata de que los acuarianos sean desalmados o algo por el estilo.
La cuestión es que en ellos privilegia lo mental. Y como bien sabemos, las relaciones en donde una de las partes es más emocional y la otra mental, simplemente no terminan bien. El sentimental de Escorpio siempre se sentirá apartado por su hijo de Acuario, el cual estará siempre metido en sus propios procesos de vida. Por su parte, Acuario no podrá compartir jamás la forma de ser de su progenitor, pudiendo mostrarse un tanto rebelde frente a su autoridad. Lo peor del caso, es que estos dos están destinados a pelear eternamente, al menos que ambos de su brazo a torcer.
Aprendiendo a vivir juntos
Lo importante es que ambos construyan acuerdos para la sana convivencia en familia. Como verás, será difícil tratar de que estos dos se lleven bien, pero lo que no es imposible es que convivan. Para lograrlo, ambos deberán respetarse en medio de sus irreconciliables diferencias, anteponiendo el amor a la falta de compatibilidad. Lo mejor es limitar los tiempos de contacto para evitar el roce y compartir momentos de calidad. Por lo general, este tipo de familias están unidas por una relación kármica y quizás la respuesta a la fórmula esté en la tolerancia mutua. La buena noticia es que con amor real todo se puede.